Preguntas el por qué de mi silencio,
te miro, huyes,
huyo.
Afuera
voces que desembocan en un lenguaje
encarnizado y por momentos lacerante,
humillante.
Si los perros hablaran.
Una vez más nuestras miradas se cruzan
interrogando con su filo a las propias palabras
convirtiéndolas en silencios incomprensibles
e inexplicables para el alma.
Cuántas cosas habré
escuchado de tu boca,
sin embargo,
yo,
desearía vivir en tus ojos.
Si pudieras escuchar a esos perros de mirada triste.
Un trazo, un color, imágenes abundantes
que gritan desesperadas esperando
traspasar tus oídos y habitar calladas
en tu cuerpo.
Y tú...
inocente
aún preguntas
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